“El Creyente”
Conocida la fascinación de Hitler por el ocultismo, muchos
de sus oficiales comenzaron a sentirse influenciados por estas enigmáticas
prácticas. De todos ellos, sólo uno formó parte del círculo íntimo de
creyentes. Se trataba de Heinrich Himmler. Su aspecto endeble engañó a muchas
personas que lo conocieron, pero con el tiempo, todos ellos reconocieron que se
trataba de un verdadero aprendiz de brujo, que hizo de la SS una poderosa
organización integrada sólo por hombres con características físicas
germanas y que además debían probar la inexistencia de judíos entre sus
ancestros, por lo menos hasta 1750.
Fue Himmler quien instigó el genocidio durante los últimos
años del Tercer Reich. Bajo sus órdenes, millones de judíos, gitanos y
homosexuales encontraron una muerte terrible. Incluso, justificó sus
atrocidades con las teorías que él mismo creó. Una de ellas consistió en
realizar una estadística sobre la medida del cráneo de los judíos, pero sólo
considerando los cráneos de los muertos recientes. Es decir, pidió que cientos
de personas fueran decapitadas con este fin.
Años después, aparecerían testimonios que señalaban que
Himmler era sólo un ser inanimado, sin mente ni alma propias. Un ser que
sólo seguía una voluntad que le era impuesta y a la que no se podía negar.
Podría parecer una hipótesis descabellada, pero hay que tener en cuenta que
muchos oficiales señalaban que preferían evitar reunirse con Hitler, pues sentían
que irradiaba una extraña fuerza perturbadora. Incluso, el escritor de
ocultismo y magia negra Francis King, señaló que los masivos mítines
encabezados por Hitler, y secundados por su entorno, reunían todas las
condiciones necesarias para formar lo que en algunos cultos mágicos es
considerado como un cono de poder, en el que los reflectores jugaban un papel
importante, iluminando el cielo nocturno con un dibujo cónico sobre la multitud
absorta. Todo ello generaba una especie de círculo enorme que se centraba en la
figura de Hitler.
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