Lazos de Sangre
La búsqueda de unos antecedentes familiares que pudieran justificar
el desequilibrio de Hitler indujo a la construcción de diversas historias
acerca de sus orígenes. La oscuridad de los pocos datos reales y la escasa
fiabilidad de algunos de los vertidos por él en su libro Mein Kampf,
contribuyeron a suscitarlas. Así, se ha especulado sobre el posible alcoholismo
de su padre, sobre que éste murió confinado en un manicomio, o que su madre fue
una prostituta y tuvo un abuelo judío. Ninguna de estas hipótesis ha podido
probarse y sólo se puede afirmar con absoluta certeza que Adolf Hitler nació el
20 de abril de 1889 en Braunau del Inn, pueblo fronterizo de la Alta Austria, y
que fue el tercer hijo de un matrimonio formado por el inspector de aduanas
Alois Hitler y su tercera esposa, Klara Pólzl.
Se supone que su abuelo fue Johann-Georg Hiedler, molinero
de la Baja Austria que en 1842 se casó con una campesina, Maria Anna
Schicklgruber, quien ya tenía un hijo natural de cinco años, Alois, cuyo padre
no era otro, al parecer, que el propio Hiedler, aunque no le dio su apellido.
Casi cuarenta años más tarde, en 1876, Johann-Nepomuk Hiedler, hermano del
anterior, se presentó con Alois ante el párroco de Dóllersheim y le pidió que
borrase del registro la palabra «ilegítimo» y lo inscribiera como Alois Hiedler
por deseo expreso del padre. Johann-Georg llevaba veinte años enterrado y su
madre treinta, pero el cura accedió. Alois, al año siguiente de su
legitimación, cambió su apellido Hiedler, de origen checo, por el de Hitler, de
grafía similar a su fonética.
Alois Hitler había ingresado a los dieciocho años en el
Servicio Imperial de Aduanas y hasta 1895 trabajó como oficial en distintos
pueblos de la frontera austrobávara. Había contraído matrimonio con Anna Glass
en 1864, mucho mayor que él, que murió sin descendencia en 1883. Un mes después
se casaba con Franziska Matzelberger, quien ya le había dado un hijo, Alois, y
tres meses después de la boda le dio una hija, Angela, la única con quien Adolf
había de mantener relación durante toda su vida, y de cuya hija Geli Raubal llegó
a enamorarse. Esta segunda esposa fallecía también poco más tarde de una
tuberculosis. En enero de 1885 Alois se casó con Klara Pólzl, en terceras
nupcias. En mayo nacía Gustav. Tanto éste como una hija nacida en 1887 murieron
en su infancia. En 1889 nacía Adolf y más tarde Paula.
Adolf Hitler tenía seis años cuando su padre se jubiló. La
familia dejó entonces Passau, su último destino, se mudó a Hafeld-am-Traun,
luego a Lambach y por último compraron una casa en Leonding, aldea en las
afueras de Linz. Allí pasaría Hitler su infancia y por ese motivo es
considerada la «ciudad natal del Führer» y por lo tanto centro de peregrinación
nazi. Su padre murió el 3 de enero de 1903 dejando una pensión a su viuda. Dos
años después su madre vendió la casa por diez mil coronas y se establecieron en
Linz.
En el verano de 1905 Adolf concluye sus estudios por
obligación, pues su mediocre rendimiento en la Realschule le había valido la
expulsión sin conseguir título alguno. Cuando su madre murió, en 1907, se
trasladó a Viena con el dinero de la herencia. Dibujaba por afición y esperaba
convertirse en un pintor académico. Se inscribió para las pruebas de acceso en
la Academia de Artes Plásticas, pero fracasó en el examen de ingreso. Al año
siguiente reunió la mayor cantidad de sus dibujos y volvió a la academia, pero
la institución, tras observarlos, esta vez ni siquiera lo admitió a examen.
Fue entonces, a finales del año 1908, cuando entró en
contacto con el antisemitismo mediante las teorías de Liebenfels. En ellas se
vislumbra ya el germen de su ideología posterior: Liebenfels llamaba Arioheroiker('héroes
arios') a la raza rubia de los señores y los enfrentaba a los seres inferiores,
los Affingen ('simiescos'), para concluir que la necesidad de diezmar
a estos últimos era biológicamente justificada, pues acabaría con el engendro
del mestizaje.
Durante todo el año siguiente Hitler consumió cantidades de
esos panfletos racistas. Ya entonces vivía miserablemente, había agotado su
herencia y no trabajaba; se alojaba en una residencia para hombres indigentes y
pasaba hambre en sus vagabundeos por Viena. Además, no se presentó a los
reiterados llamamientos para cumplir el servicio militar y, a los veinticuatro
años -edad a la que cesaba la obligación de ingresar a filas-, cruzó la
frontera alemana, instalándose en Munich.
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